Moncho

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Moncho se gradúo a finales del curso pasado, pero por motivos de salud no pudimos celebrarlo, así que el jueves 8 nos pusimos manos a la obra. Bueno más bien su tutora Teresa, los demás fuimos solo a la fiesta como mandan los cánones del Despertar. Podríamos poner todo lo que paso en esa celebración, pero preferimos compartir la carta que nos escribió la familia. Os dejamos leer esta bella nota manuscrita.

LA CARTA

«En un lugar de Madrid, donde nadie esperaría encontrarlo, existe un cole muy, muy especial en todos los sentidos. Es como un oasis en el desierto, no solo por el contraste con el entorno que le rodea (que también), sino que es la metáfora perfecta de lo que encontramos las familias después de nuestra particular travesía con nuestros hijos con parálisis cerebral.

Desde el momento que somos conscientes de que tienen que seguir un camino diferente, empieza una búsqueda, más o menos larga, más o menos dura, muchas veces de prueba y error, con muchas inseguridades y momentos de desesperación porque no acabamos de encontrar ese lugar donde entiendan a nuestros hijos y nos ayuden en ese camino que es su educación, su preparación para la vida y su bienestar.

En el caso de Moncho fue bastante fácil, ya se encargó su hermano mayor de recorrer el camino antes que él, y nosotros, sus padres, sabíamos que lo tenía clarísimo: éste era EL COLE, así con mayúsculas. Un cole diferente a otros: cuando se pasaba por la puerta, de repente se pasaba del blanco y negro a todo un arcoíris de colores; del silencio al bullicio, de la quietud al alegre trasiego de profes y alumnos por los pasillos, de las rutinas monótonas a las fiestas de otoño, de Halloween, de Reyes, de Primavera, de pascua, de cumpleaños… Y si no hay un motivo, se inventa, faltaría más.

Sí. Es posible. Éste es un cole diferente. Y los niños de este cole, entre ellos Moncho, les mola mucho estar en él. No tenéis más que preguntarle, ya sabéis que es muy sincero.

Moncho lleva toda la vida con vosotros: desde los dos años, cuando hacía pucheros al ponerle en sus rodillas unos señores con melenas, barbas y coronas reales.

16 años entre una foto y la otra. Ahí es nada.

Cuando lloraba desesperadamente en las sesiones de fisio (se le pasó rápido, luego nos señalaba dónde eran los puntitos de presión del Vojta en casa).

Cuando le sentaron en una silla minúscula de ruedas y descubrió que, de repente, podía desplazarse de un lado a otro y hacer los recados y ver quién había faltado en las otras clases.

Cuando descubrió que podía dejar de arrastrarse por el suelo y gatear para escaparse de las colchonetas a la hora de la siesta.

Cuando aprendió los números, los colores y los días de la semana. Cuando se sentía muy responsable siendo el encargado de la clase. Cuando le hicieron una escalera y le enseñaron a subir y bajar peldaños y pasar a la silla.

Cuando le llevaban de excursión al mercado, al teatro y a multitud de sitios interesantes (con paraditas en el Burger®, que siempre es un plus).

Cuando se disfrazaba y participaba en las fiestuquis de lo que le tocara. Cuando aprendió a cultivar tomates y otras hierbas en el huerto ( y lo que es mejor, cosecharlos).

Cuando ensayaba villancicos y las obras de teatro (le encantaba hacer de lobo)…

Tantos y tantos momentos compartidos de absoluta felicidad con todos vosotros, de aprendizaje continuo, de superación, de complicidad y de cariño mutuo.

Y que seguirá compartiendo, aunque ahora esté en el piso de abajo. Porque ya sabéis que Moncho tiene una memoria de elefante, no va a olvidar nada ni a nadie. Nosotros tampoco.

¡Mil gracias a todos por hacer de este cole el oasis perfecto para nuestros niños!

¡Os queremos mucho!»

Pues después de esta carta poco nos queda por decir. Sólo, que se nos hincha el corazón al escuchar que para algunas familias somos OASIS.

Moncho con todos los profesionales del colegio que han compartido su día a día.

En ciertos oasis el desierto es sólo un espejismo.

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3 comentarios en «Moncho»

  1. Nunca he sido de los hermanos Gallagher y sí, de Blur 😛
    Aunque se agradecen infinito estas palabras de la familia.
    Echaré mucho de menos a Monchito, porque nos separa un abismo, para personas de mi edad subir y bajar escaleras no está muy recomendado.
    Disfruta de tu nuevo camino.

    Responder

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